Con ocasión del Día Internacional de los Bosques, que se celebra hoy, Rojas, que también es director del Departamento Forestal de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alerta en una entrevista telefónica a Efe sobre el riesgo del despoblamiento de las zonas rurales.
“Estabilizar la situación en países que están pasando momentos difíciles tiene mucho que ver con cómo se trata el medio rural. Los procesos de migración del campo a la ciudad son muy intensos en estos países”, afirma el responsable español, que pone de ejemplo Argelia, donde ese movimiento ha sido “casi completo”.
Conviene, en cambio, mantener una población mínima en las zonas rurales y, entre ellas, en los bosques, que “requieren una gestión y una vigilancia para que se mantengan en condiciones” y no se vacíen de personas como ha ocurrido en ciertas partes de España, apunta.
Rojas menciona la frontera entre Túnez y Argelia que, además de ser foco de contrabando y paso de terroristas, también tiene zonas forestales que podrían dar empleo y atraer a la población, aumentando indirectamente la seguridad.
La disminución de la masa forestal en la ribera sur del mar Mediterráneo, la cooperación con los países ribereños del norte y la incidencia del cambio climático han centrado el debate de la Semana Forestal Mediterránea, que ayer culminó en Barcelona.
Rojas, que participó en el encuentro, considera “fundamental” asegurar la financiación para la conservación de los bosques, que se encuentran bajo la amenaza de la degradación y los incendios, al tiempo que aportan “servicios” como la protección del suelo o el suministro de agua.
“La población del sur de Francia, Italia, España y Portugal se beneficia de los bosques, pero no existen circuitos económicos que reviertan recursos para asegurar su gestión sostenible”, sostiene el especialista.
El subdirector general de la FAO destaca, por el lado contrario, el caso de Turquía que, con una superficie forestal como la española o la turca, destina 2.000 millones de euros a cuidar sus bosques “con un alto grado de eficacia”.
“El Gobierno (turco) invierte un tercio y el resto procede de los propios ingresos de la gestión, capaz de movilizar recursos como madera, leña, colmenas y demás productos que se pueden utilizar del bosque de forma sostenible”, remarca.
Costa Rica, modelo ambiental
Para Rojas, otro de los países con un modelo ambiental avanzado es Costa Rica, que hace años decidió apostar por su riqueza forestal e introdujo impuestos verdes para actividades como la gestión del agua o el turismo en sus parques nacionales, que pasaron a tener recursos propios.
Además, ese pequeño país centroamericano, que vio aumentar en varias décadas del 21 % a más del 50 % su superficie de bosques, está vendiendo en los mercados de carbono mucho más que ningún otro estado, según el experto.
Y es que en las zonas de bosques densos, recuerda, la bioenergía puede ayudar a reactivar la economía, “sustituyendo las fuentes fósiles de energía por el suministro sostenible de leña o de madera triturada como una forma de mitigar el cambio climático porque esas condiciones son neutras, se trata de un carbono que se ha fijado antes por el bosque y se entiende que es sostenible”.
Según cifras difundidas por la FAO, se calcula que las emisiones de carbono emitidas desde los bosques disminuyeron más del 25 % entre 2001 y 2015, debido en gran parte a la desaceleración en el grado de deforestación global.
El responsable de esa organización ve en la masa forestal una herramienta clave para luchar contra el calentamiento global: “Los bosques también son importantes porque el 10 % de las emisiones vienen por deforestación de carbono y el carbono son tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero”, justifica. EFEVerde